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Hebe de Bonafini, de valiente líder de los derechos humanos a aliada de autoritarios y corruptos

Redazione Spazio70

Firme defensora de los Kirchner, se asumía como integrante estelar de la plana mayor del kirchnerismo. Tenía muy en claro el cambio que se había producido en las Madres de Plaza de Mayo, según detalló en 2017: “No somos más un organismo de derechos humanos. Somos una organización política, ahora sí con un partido, que es el kirchnerismo”

Por Ceferino Reato*

Figura emblemática del valioso entramado de organizaciones de defensa de los derechos humanos surgido durante la última dictadura argentina, la más sangrienta de nuestra historia, Hebe de Bonafini ilustró como nadie el problemático pasaje de la mayoría de ellas de la sociedad civil a la sociedad política, para decirlo en términos de Antonio Gramsci. Esos organismos, y Bonafini en primerísimo plano, terminaron integrando una coalición de poder orientada por el matrimonio formado por Néstor y Cristina Kirchner, presidentes entre 2003 y 2015. Néstor murió en 2010 y su viuda, Cristina es desde esa fecha la líder indiscutida del peronismo en su versión de centroizquierda, el kirchnerismo.

Hebe de Bonafini, Hugo Chávez y Fidel Castro (REUTERS/Andres Stapff)

En el fondo, ella nunca cambió: siempre fue una persona muy básica en su formación política, aunque muy astuta; además, muy valiente durante la dictadura de Jorge Rafael Videla y compañía, cuando eran pocos los que se animaban a defender los derechos humanos. Y también una férrea admiradora de Fidel Castro y de Hugo Chávez, entre otros exponentes, que la llevaba a respaldar a la ETA y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre otros grupos de ese tipo. Dijo, por ejemplo: “Estamos con los compañeros de las FARC, estamos con Chávez. (El presidente colombiano Álvaro) Uribe es una mierda y un hijo de puta”.

Durante la dictadura, sufrió el secuestro y la desaparición de sus dos hijos varones, el peor dolor que puede ser reservado a una madre. Lejos de quedarse en su casa, esas pérdidas la impulsaron a reclamar por ellos en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, la sede del poder político, donde encontró a otras madres sufrientes y juntas comenzar a dar vueltas a una pirámide blanca que decora el centro de ese espacio público, con la cabeza cubierta por un pañuelo blanco. Así nacieron las Madres de Plaza de Mayo, la organización de derechos humanos que se hizo tan conocida a nivel global.

Siempre sostuvo que su conciencia política se la debía a sus hijos. “Antes de que fuera secuestrado mi primer hijo, yo era una mujer del montón, una ama de casa más. Yo no sabía muchas cosas. No me interesaban. La cuestión económica, la situación política de mi país me eran totalmente ajenas, indiferentes. Pero desde que desapareció mi hijo, el amor que sentía por él, el afán por buscarlo hasta encontrarlo, por rogar, por pedir, por exigir que me lo entregaran; el encuentro y el ansia compartida con otras madres que sentían igual anhelo que el mío, me han puesto en un mundo nuevo, me han hecho saber y valorar muchas cosas que no sabía y que antes no me interesaba saber”.

“LAS ARMAS DE NUESTROS HIJOS”

Fue un cambio muy abrupto, que no se detuvo en la defensa de los derechos humanos, el estado de derecho y la democracia en su versión liberal. Por el contrario, defendía la lucha armada, la vía elegida por sus hijos y tantos jóvenes para concretar una revolución comunista o sociales. Por eso, lamentaba la falta de un “verdadero” Museo de la Memoria: “¡Qué pena que no estén los FAL, las armas con las que nuestros hijos quisieron hacer la Revolución! Si el museo no va a mostrar cómo fue esa organización revolucionaria, las luchas que se libraron, los hechos que se realizaron, no sirve”.

Cristina Kirchner y Hebe de Bonafini

Para honrar su estilo directo, aunque dejando de lado sus malas palabras, Hebe Bonafini era una autoritaria de izquierda. Acá hemos conocido, y sufrido, muchos autoritarios de derecha. Pues también abundan los autoritarios de izquierda. Y Hebe era una de ellas.

Veamos tres frases en este sentido:

— “El gobierno (de Cristina Kirchner) se tiene que apoderar de los medios de comunicación. Tenemos que poner gente nuestra”.

Tenemos que copiarnos de los curas, que te agarran de chiquito y te dan un catecismo: pa, pa, pa, pa, y a los cuatro años, ya estás pelotudo”.

Los jueces de la Corte Suprema de Justicia son unos turros, cómplices de la dictadura. Tienen que renunciar y se tienen que ir si no quieren ayudar al pueblo. Hay que arrancarle a esta Corte la decisión que es nuestra y tenemos que tomar el Palacio de Tribunales, tomémoslo”.

Siempre criticó a la Iglesia Católica, a los papas y, en particular, a Jorge Bergoglio hasta que se sentó en el trono de San Pedro y se reconciliaron. “Francisco dijo que a las Madres de Plaza de Mayo les permite todo. La verdad yo estoy recontenta. Así que yo voy a seguir puteando porque parece que Dios me perdona”, explicó.

“QUE SE QUEME VIVO EN EL INFIERNO”

A Juan Pablo II lo odiaba por su protagonismo en la caída del bloque soviético. Cuando el papa polaco murió, ella lo celebró con estas palabras: “Nosotras deseamos que se queme vivo en el infierno. Es un cerdo. Aunque un sacerdote me dijo que el cerdo se come, y este Papa es incomible”.

Horacio Verbitsky (Augusto Starita / Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación)

Entre sus grandes enemigos figuraban, obviamente, Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel y, en general, los judíos. Por ejemplo, se alegró con el derrumbe de las Torres Gemelas en 2001: “Por primera vez le pasaron la boleta a Estados Unidos. Yo estaba con mi hija en Cuba y me alegré mucho cuando escuché la noticia. No voy a ser hipócrita con este tema: no me dolió para nada el atentado. Me puse contenta de que, alguna vez, la barrera del mundo, esa barrera inmunda, llena de comida, esa barrera de oro, de riquezas, les cayera encima”.

Se peleó, incluso con el periodista Horacio Verbitsky, a pesar de su común militancia por los derechos humanos y en el kirchnerismo: “Verbitsky es un sirviente de Estados Unidos. Recibe un sueldo de la Fundación Ford y, además de ser judío, es totalmente pronorteamericano”.

También estaba enojada con Estela de Carlotto, la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, y Graciela Fernández Meijide, también madre de un desaparecido y honesta luchadora por los derechos humanos.

“NO SOMOS MÁS UN ORGANISMO DE DERECHOS HUMANOS”

En cambio, era una firme defensora de los Kirchner y se asumía como integrante estelar de la plana mayor del kirchnerismo. Tenía muy en claro el cambio que se había producido en las Madres de Plaza de Mayo, según detalló en 2017: “No somos más un organismo de derechos humanos. Somos una organización política, ahora sí con un partido, que es el kirchnerismo”.

En ese pasaje de la sociedad civil y a la sociedad política, Bonafini logró que los Kirchner juzgaran a todos los militares y policías acusados de delitos de lesa humanidad durante la dictadura y que, en cambio, mantuviera en libertad y honrara a los guerrilleros y a sus familiares con indemnizaciones, pensiones y monumentos.

La presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y el ex presidente Néstor Kirchner

En reciprocidad, Bonafini y las organizaciones de derechos humanos funcionaron, y lo siguen haciendo, como una suerte de escudo ético frente a las frecuentes acusaciones de corrupción que salpican a los líderes del kirchnerismo, en todos sus niveles.

Hay que decir que esta alianza crucial fue buscada por Néstor Kirchner apenas llegó al gobierno, en 2003. Hasta ese momento, el líder patagónico nunca se había interesado en las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura y siempre se había negado a recibir a Bonafini en sus visitas a su provincia, Santa Cruz.

Pero, en 2003 Kirchner necesita ampliar su consenso social y explotó el prestigio de Bonafini y otros liderazgos similares. “Nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos. Hebe es un tanque. Y el más grande de todos los símbolos. La madre de todas las Madres”, se lo explicó a un filósofo partidario, José Pablo Feinmann, por teléfono desde el avión presidencial a mediados de aquel año.

Fue una alianza de hierro. Bonafini y su organización pasaron a manejar muchísimo dinero, lo cual derivó en polémicas iniciativas y en serias denuncias de corrupción, pero siempre fue protegida desde el poder, que integraba.

Néstor Kirchner lo sabía muy bien. “La izquierda te da fueros, Ramón”, le explicó en 2004 al senador peronista Ramón Puerta.  Los fueros que buscaba Kirchner terminaron ensuciando a Bonafini y a los organismos de derechos humanos.

*Periodista y escritor argentino