Qui potrai trovare una vasta rassegna di materiali aventi ad oggetto uno dei periodi più interessanti della recente storia repubblicana, quello compreso tra la fine degli anni Sessanta e i primi anni Ottanta del secolo scorso.
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Por Ceferino Reato*
Cristina Fernández de Kirchner pasará a la historia por muchos motivos: fue la primera presidenta de la Argentina elegida para ese cargo y no una sino dos veces, la segunda con el 54,11 por ciento de los votos. Su esposo también fue presidente, Néstor Kirchner. Y ella fue diputada, senadora y ahora es la Vicepresidenta y jefa del peronismo, el heterogéneo movimiento oficialista. Además, y es la gran novedad que sacude ahora a este país tan emocional, el martes 6 de diciembre se convirtió en la primera funcionaria en ser condenada a seis años de prisión más la inhabilitación perpetua para acceder a cargos públicos. El motivo de este trago amargo para la reina de la política criolla ha sido un esquema de corrupción en la provincia de Santa Cruz, la fortaleza de los Kirchner, que habría provocado un desfalco de 460 millones de dólares.
No es que la corrupción sea algo extraño en la Argentina; lo raro ha sido la falta de condena judicial para los políticos mientras cumplen funciones públicas. Esa impunidad es una de las razones de la desconfianza popular hacia la clase política, según las encuestas. Un solo ejemplo: los diputados nacionales cobran un salario equivalente a 1.300 dólares por mes, pero viven como si ganaran muchísimo más. Y a la vista de toda la gente en un contexto marcado por una aguda caída de los ingresos y con el 43,1 por ciento de los argentinos sumidos en la pobreza, de acuerdo al último sondeo de la Universidad Católica Argentina, difundido el mismo día de la histórica sentencia.
El fallo no está firme; puede ser revisado en sucesivas instancias judiciales que demorarán todavía varios años. Es decir que Cristina —así la llaman amigos y enemigos— podrá presentarse a candidata a presidenta el próximo año y no irá a la cárcel ya que en febrero cumplirá 70 años, lo cual le permitirá una eventual prisión en su domicilio, siempre que esa condena sea confirmada. Pero, la reacción de “La Jefa” fue inmediata y visceral: “No voy a ser candidata a nada: ni a presidenta, ni a senadora, ni a diputada”, lanzó desde su despacho como titular del Senado, por youtube. ¿Su argumento? No quiere someter al peronismo al desgaste de una campaña donde ella sería obviamente atacada por esa condena inédita.
“La condena real es la inhabilitación perpetuar a ejercer cargos políticos electivos”, bramó la Vicepresidenta, que tiene una capacidad histriónica conmovedora, superior a la de muchas actrices. “Esto no es lawfare; es sencillamente la sanción disciplinadora de un estado paralelo y de mafia judicial, dirigido por el poder económico y mediático”, explicó. Acto seguido, nombró a quien ella considera su gran enemigo, Héctor Magnetto, titular del Grupo Clarín, dueño del holding de medios de comunicación más importante del país y también de empresas fortísimas como Telecom, comprada durante el gobierno anterior, del empresario liberal Mauricio Macri.
Precisamente, la Vicepresidenta colocó a Telecom en el centro de la presunta disputa con Magnetto. Recordó que, en su presidencia, nunca autorizó la entrada del dueño del diario Clarín, el Canal 13 de TV abierta, el canal de noticias por cable TN y Radio Mitre, al manejo de una de las dos principales empresas telefónicas del país. Y la condena sería parte de la venganza del empresario, siempre de acuerdo al relato de la Vicepresidenta.
En realidad, los Kirchner y el Grupo Clarín se llevaron de maravillas durante la presidencia de Néstor, cuando el kirchnerismo se consolidó rápidamente como el principal clan político del país y el holding incrementó sus negocios. Luego, en 2008, se pelearon durante un largo conflicto de la pareja gobernante con los productores agrícolas por una drástica suba de impuestos a los exportadores de soja y otros commodities, aunque ya se hablaba de una disputa sobre el futuro de Telecom, donde los italianos de Telecom Italia eran presionados por el gobierno para que vendieran su parte a un grupo local. Kirchner no quería que un grupo tan fuerte como Clarín fuera el comprador; pretendía a alguien de su círculo de capitalista amigos.
A pesar de que “La Jefa” se considera una “exitosa abogada” —con esa definición intentó justificar una vez el crecimiento exponencial del patrimonio familiar—, en el juicio público por corrupción nunca se detuvo demasiado en los alegatos técnicos sino que prefirió en todo momento una defensa política, que terminó por hundirla, al menos en primera instancia. Según ella, los tres jueces del tribunal no eran más que “esbirros de Magnetto”, así como lo serían los magistrados que ahora revisarán el fallo hasta llegar a la Corta Suprema de Justicia, el nido de un verdadero serpentario judicial para la Vicepresidenta.
El tribunal, formado por tres jueces, encontró culpable por unanimidad a Cristina y sus ex funcionarios de haber favorecido a un empresario amigo, Lázaro Báez, con numerosos contratos de obra pública en Santa Cruz. Pero, por una mayoría de dos a uno, desestimó la otra acusación de los fiscales, que consideraban a la ex presidenta como la jefa de una asociación ilícita, una figura que agravaba la pena. Los fiscales ya anunciaron que apelarán esta parte del fallo ante la Cámara de Casación.
Algunos analistas consideran que Casación podría dar lugar a esa petición de los fiscales ya que el fallo en primera instancia está inspirado en la tesis del jurista suizo Claus Roxin sobre la “autoría mediata”, que castiga tanto al autor inmediato de un delito como a su jefe máximo, pasando por todas las jerarquías intermedias, y supone la existencia de un esquema para delinquir arraigado en el aparato estatal.
Se trata de una figura similar, en sustancia, al “no podía no saber” que se aplicó en Italia durante el Mani Pulite.
Con esa tesis se condenó a políticos por corrupción en Perú y en Brasil, pero nunca en la Argentina, donde hasta ahora solo se aplicaba en los juicios a militares y policías por graves violaciones a los derechos humanos en la dictadura.
Como se ve, es una sentencia histórica por muchos motivos.
En realidad, Cristina no fue la primera mujer en presidir la Argentina. Antes que ella lo hizo María Estela Martínez de Perón, más conocida por su nombre artístico: “Isabelita”. Fue la última esposa del general Juan Perón y lo acompañó como Vice en la fórmula que ganó las elecciones de 1973. El General —como lo llaman todavía los peronistas— murió al año siguiente e Isabelita ocupó su lugar. Pero, Cristina accedió a ese lugar por sus propios méritos ya que fue elegida popularmente para ese cargo.
Isabelita también fue acusada de corrupta y estuvo cinco años y cuatro meses en prisión luego de que los militares la derrocaran, en 1976. Pero el ex dictador Jorge Rafael Videla me dijo, en una serie de entrevistas que derivaron en el libro “Disposición Final”, que permaneció presa únicamente por portación de apellido: “La señora llevaba el apellido de Perón y, a pesar de su incapacidad, estando libre podía movilizar voluntades políticas y gremiales contra el gobierno militar. Por eso, permaneció presa”.
El futuro político de Cristina es incierto. Si bien ella ha jurado que ya no será candidata en los comicios del próximo año, sigue siendo la dirigente con más votos propios en el oficialismo. Los peronistas son muy creativos, si bien el panorama preelectoral favorece claramente a la oposición. “Sin Cristina no se puede, pero con ella solo no nos alcanza”, admitió uno de los asesores del presidente Alberto Fernández.
*Periodista y escritor argentino